jueves, 20 de febrero de 2014

Carta

Podes llegar a creer que te tocó vivir las peores cosas del mundo. Ver perder el amor de tu vida lentamente es lo mas doloroso que hay, pero no olvides todos esos años que disfrutaste de él, de su presencia, de su vida.
Vio crecerte a vos y a mis hermanos hasta el punto máximo de la madurez que un padre y esposo se acostumbra a ver. Luego de esto ya son pocas las cosas que uno puede hacer  para hacerlo asombrarse aun más o llenarlo de un orgullo mucho mayor del que ya siente por ustedes. Ahora solo le queda ver cómo caminan y van enfrentando la vida; ese camino lleno de curvas que él ya se imagina cómo va a ser, porque ya vió cómo ustedes aprendieron a caminarlo.
Envidio eso en vos y en mis hermanos (aunque lamentablemente no todos se dan cuenta de esto).
Es incierto mi futuro para mi mismo, y es más incierto que él pueda estar para ver el camino que decidí tomar, cómo lo tomé, y cómo logro convertir de ese camino el resto de mi vida.

Prepararse día a día para recibir a la muerte es mucho más difícil que si, simplemente, te encontrara sin previo aviso.
Son dolores que por más que creas que te estás preparando para soportarlos, en realidad son dolores que cargas hasta el día que su invisible y abstracta presencia se hagan carne en nosotros.
Pero son dolores que ciegan y nos hacen creer ya son parte de nuestra carne, e inevitablemente nos llevan a eso que la vida no quiere para nosotros, la muerte.
Si estamos vivos es para vivir, no para morir día a día pensando que vamos a morir. Eso no es vivir.
No es disfrutar de eso para lo que fuimos creados: amar.
Si hoy estamos acá es por algo. Estamos acá hoy para amarnos y sobrevivir en el intento. Pero NO solamente para sobrevivir y olvidarnos que nos tenemos los unos a los otros aun ACÁ.
Ya no puedo vivir pensando en lo que voy a hacer a partir de mañana, o en un futuro cercano o lejano, porque eso implica a preguntarme si va a estar él para apoyarme… pero hoy lo veo al lado mío (no importa en qué condiciones), y decidí vivir junto a él. A ser una especie de “guardián” como mi nombre bien lo significa y representa. Estoy contento y orgulloso por esto.

En él se refleja lo que ve: lo que hacemos, decimos… sentimos, no lo dudes. Y nosotros somos parte de la cura, tampoco lo olvides.

Seremos débiles pero bajar los brazos no es una opción.

Te Amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario